sábado, 19 de enero de 2013

LAS VIUDAS DE LOS PRIMOS: Novena entrega

Mayo 30

Por fin llegó el día tan esperado del matrimonio de Carolina Palacio Perdomo con Andrés Casabianca Holguín. A las dos de la tarde Mariana, Lilia, Berta y yo nos encontramos en el salón de belleza de John Jairo. Nos atendieron Hayder y James, porque John Jairo y su asistente se habían ido a a la casa de Clarisa para arreglarlas a ella, a Carolina y a las damitas.

Les pedimos un maquillaje muy discreto y natural. Nos sometimos al champú, blower el manicure y hasta el pedicure, porque no queríamos sufrir la menor incomodidad con los zapatos nuevos, para poder bailar a gusto con la orquesta de "Los Caribeños".

Fuimos de los primeros invitados en llegar a Los Lagartos, con algunos de nuestros hijos, yernos y nueras. En el auditorio ya estaba todo dispuesto para la ceremonia o, en otras palabras, para la firma del contrato matrimonial. Previamente, habían hecho las capitulaciones porque Andrés quiere evitar futuros problemas con su ex esposa y asegurar la educación de sus hijos.

No tardó en llegar José Joaquín Diazgranados, el Notario. Él es el único exponente de esa familia que no se ha casado y, por lo tanto, ha tenido plena libertad para ser nuestro amigo incondicional. En su Notaría hemos registrado todos los nacimientos, las actas de defunción  las separaciones de bienes, los procesos de sucesión y todas las compraventas de inmuebles. Él conoce al detalle la vida de cada una de nosotras y hemos compartido con él muchas tardes de juego y d echarla.

El encuentro fue muy grato. Nos saludó cariñosamente con los consabidos besos en las mejillas y me dijo en secreto que le reserváramos puesto en nuestra mesa. Abrazó a nuestros hijos, que han sido para él como sobrinos. Cuando alguno ha necesitado una recomendación para el ingreso a la universidad, para aspirar a algún cargo o para acceder a un crédito bancario, él siempre ha estado dispuesto a respaldarlo con la mejor voluntad.

El auditorio se fue colmando. Llegaron las familias de los contrayentes. El novio estaba guapísimo y sus hijos muy lindos, parecidos a los hijos de Lady Diana de Gales cuando tenían doce y catorce años. Llegaron con su madre, una mujer joven, bonita y elegante. No dejó traslucir sus sentimientos con respecto al nuevo matrimonio de su ex esposo. Su indiferencia podría ser fingida o sincera pero, en todo caso, puso en alto su personalidad.

Cuando entró Carolina bellísima del brazo de Mauricio y empezaron a sonar los acordes de la marcha nupcial, se me aguaron los ojos porque una boda siempre es emocionante, aunque no sea en un templo sino en un auditorio impersonal.

El notario condujo el proceso matrimonial con gran profesionalismo y con su facilidad de palabra, que le ha ganado fama de buen orador, habló sobre los deberes y derechos de los contrayentes, contemplados en el código civil, pero también habló sobre el amor, la fidelidad y la comprensión  indispensables en la búsqueda de la felicidad.

Al terminar el acto civil, nos encaminamos al salón de la recepción  Precedidos por las lindas damitas, Andrés y Carolina desfilaron repartiendo sonrisas; siguieron el Magistrado y María Eugenia; luego, Mauricio y Yolanda; tras ellos, Clarisa y José Joaquín Diazgranados.

Nosotras salimos de a dos: Mariana con Lilia y Berta conmigo. Nos apresuramos para tomar una mesa en un buen sitio, que no estuviera al pies de la orquesta para poder conversar. Separamos el puesto para el Notario y quedaron tres libres, que luego ocuparon el doctor Peralta, su esposa y su hijo, también médico. El doctor Peralta fue nuestro obstetra en casi todos los partos, por lo menos en los que ocurrieron en Bogotá. Ahora está retirado y su hijo atiende el consultorio y las nuevas generaciones de pacientes maternas.

En la mesa de honor ocuparon sus sitios los novios, sus padres, los padrinos y, por supuesto, José Joaquín Diazgranados. El magistrado Casabianca hizo un elocuente brindis con la exquisita champaña de Dom Perignon.

En cuanto pudo, el Notario se escabulló de la mesa de honor y llegó a la nuestra. Lo recibimos con regocijo y él nos dejó encantadas con sus observaciones sobre lo jóvenes  lo lindas y lo elegantes que nos veía. Su amistad con los Peralta también databa de tiempo atrás, así que todos nos sentimos a gusto.

La champaña y el whisky nos hicieron más locuaces de lo habitual; José Joaquín nos hizo reír con su delicioso sentido del humor y el doctor Peralta hizo gala de su amena conversación  Para nada mencionó embarazos, partos, fórceps o cesáreas. Todos esos términos los borró de su vocabulario al retirarse de la profesión.

Cuando el valse de los novios terminó, la orquesta siguió interpretando composiciones melódicas hasta que, a pedido de Mauricio, se desinhibió haciendo honor a su nombre "Los Caribeños" y arrancó con música tropical. José Joaquín me sacó a bailar; el doctor Peralta lo hizo con su esposa y el joven doctor invitó a Lilia. Pero Mariana y Berta no permanecieron sentadas, porque viejos amigos se acercaron para bailar con ellas. Nos dimos el gusto de bailar sin tregua, porque nuestros hijos y yernos tienen la sana costumbre de turnarse para bailar con nosotras. Saben lo mucho que nos gusta y que aún tenemos energía y ritmo.

El joven doctor Peralta hacía incursiones a otras mesas para bailar con las jovencitas, hasta que finalmente se quedó por allá. Entre tanto, otros amigos vinieron a saludarnos. Lilia nos presentó a algunos compañeros de la Rama Judicial, que se acercaron a conversar con ella. El consejero Iván Piedrahita ocupó el sitio abandonado por el joven doctor Peralta y le dedicó su atención  Como la vi tan animada y contenta, supe que el coronel sólo había sido para ella una nube de verano.

Clarisa y yo cruzábamos miradas de entendimiento, cuando veíamos a Mauricio y a Yolanda bailar bien amartelados los boleros con que la orquesta nos daba una tregua. Parecía un hecho la reconciliación de la pareja.

Los novios permanecieron hasta el final de la fiesta. Carolina no quería perdérsela porque decía, con toda la razón, que esa era la fiesta más importante de su vida. El vuelo a Londres estaba programado para el martes. Pasaron la noche de bodas y los días siguientes de su luna de miel en la suite nupcial del Hotel Tequendama.

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