miércoles, 19 de febrero de 2014

Origen de la Lengua Española

Ante la necesidad de comunicarse con sus semejantes, el hombre primitivo emitió sonidos que imitaban los ruidos de la naturaleza. Así se formaron las palabras onomatopéyicas, que imitan el sonido de lo que representan: crujir (del germano krtsjan), tronar, soplar, tumbar, chirriar, etc.

Luego, vino la necesidad de representar gráficamente esos fonemas. La humanidad utilizó desde tiempos inmemoriales diversos signos dibujados en el interior de las cuevas que habitaba o grabados en piedras. Las tribus precolombinas nos dejaron importantes testimonios gráficos, de los cuales se conservan unas pocas muestras, en museos y parques arqueológicos.

En el antiguo Egipto, los jeroglíficos estaban destinados a evocar ideas, pero no a pronunciarse. Fueron los fenicios quienes contribuyeron definitivamente a la comunicación, con el invento del alfabeto.

El alfabeto fenicio proviene del antiguo alfabeto canaanita, sobre el cual se desarrolló con la ventaja de que cada signo representa un sonido o fonema, por lo cual ha podido ser adoptado por todos los idiomas de occidente.

Con el alfabeto, la humanidad entró en una nueva era porque fue posible la escritura y con ella, la transmisión del conocimiento.

La comunicación oral evoluciona espontáneamente al contacto con otros pueblos. El lenguaje, como ser vivo, se desarrolla constantemente. La escritura es menos dinámica y siempre va a la zaga de la expresión oral.

En España, Elio Antonio de Nebrija (Lebrija, 1441-1522), ilustre humanista, propuso en su Gramática de la lengua castellana (1517) "escrivir como pronunciamos y pronunciar como escrivimos".

Esta recomendación no fue posible en la práctica por la diversidad de pueblos que influyeron en la lengua de Castilla, ya extendida a medio mundo por el descubrimiento y colonización de América.

El rey Felipe V consideró necesario poner un límite a la rápida y desordenada evolución de la lengua española, que presagiaba su división en innumerables dialectos. Así ordenó la creación de la Real Academia de la Lengua Española (1713) cuyo lema es: "limpia, fija y da esplendor".

Posteriormente, se crearon academias correspondientes en todos los países hispanohablantes. La Academia Colombiana de la Lengua se estableció en Bogotá, el 10 de mayo de 1871.

Las reglas ortográficas nos ayudan a resolver algunas dudas, pero no nos explican las razones por las cuales se prefiere el uso de ciertas consonantes en determinadas palabras, o por qué es necesario marcar las tildes en sílabas precisas.

En la época actual, cuando se ha descuidado el estudio de las humanidades, especialmente el estudio del latín, los gramáticos dictan las reglas después de analizar una lista más o menos extensa de palabras que contengan algún elemento en común, como el prefijo o la terminación, y ordenan que se escriban con determinada consonante. Si encuentran en el diccionario algunas otras palabras que contengan esos mismos elementos, pero escritos con distinta consonante, las declaran excepciones.

Consideran que no vale la pena remontarse a la lengua madre y estudiar la etimología de las palabras, en la cual se encuentra la respuesta a cualquier duda, porque piensan que es más práctico dedicar el tiempo a la ciencia y a la tecnología. Por lo tanto, el estudio de la lengua queda relegado a un segundo lugar y se limita al aprendizaje de unas cuentas reglas que se deben memorizar, aun cuando no se entiendan.

El español nace del latín. En el transcurso de los siglos se han incorporado a su léxico palabras de otras lenguas como el árabe, el griego, las lenguas germánicas, las americanas, el francés, el ingles, el italiano y, en fin, las lenguas de todos aquellos pueblos con los cuales tuvieron contacto los hispanos, en algún momento histórico.

El latín evolucionó constantemente y dio origen a las lenguas romances como el italiano, el portugués, el francés, el rumano y el español.

La evolución del latín al español, pasando por el castellano medieval, sigue un curso natural que busca las formas mas simples y sencillas, tanto en la articulación como en la ortografía.

Los sonidos fuertes se van suavizando con el uso y, algunas veces, terminan por desaparecer. Como el lenguaje es algo vivo, de uso cotidiano, evoluciona constantemente. Las palabras más usadas por el pueblo se modifican con mayor rapidez. En cambio, las palabras de uso culto conservan su grafía original durante más tiempo.

Los fonemas cuya articulación está más conforme con la anatomía y el funcionamiento de los órganos vocales, acaban por imponerse en el lenguaje. De tal manera, que cuando una consonante presenta dificultades para su pronunciación, sencillamente desaparece. Así tenemos formas antiguas como obscuro, psicología e inscripto que hoy se pronuncian y se escriben oscuro, sicología e inscrito.

Tenemos un claro ejemplo en la palabra latina fructus, que al pasar al español popular perdió el sonido gutural representado por la letra "c" y quedó simplemente fruto. Pero la c latina se conserva en fructífero e infructuoso, palabras empleadas por personas de cierto nivel cultural.

Los términos extranjeros que constantemente se incorporan al español, se someten a las mismas normas de la evolución. En principio, se consideran poco recomendables por ser neologismos. Pero terminan por imponerse, gracias a los medios masivos de comunicación. Generalmente, corresponden a objetos nuevos o a descubrimientos científicos que no tienen correspondencia en el español tradicional. Entonces, la Real Academia de la Lengua Española los incorpora al diccionario, dándoles la grafía correspondiente. Por ejemplo fútbol, folclor, estrés,, esnobismo, bisoñé, carné, corsé, etc.

Colombia es uno de los países americanos en donde mejor se usa el español. Este hecho ha sido reconocido a nivel internacional, con justa razón. En nuestra patria han nacido y trabajado filólogos tan importantes como Miguel Antonio caro, Rufino José Cuervo, el Padre Féliz Restrepo, José Manuel Rivas Sacconi, Luis Flórez, Rafael Torres Quintero y otros.

Lamentablemente la televisión extranjera, así como otros medios de comunicación están influyendo negativamente en el uso del español, por parte de periodistas, locutores y actores, quienes difunden los errores que adquieren.

La Academia Colombiana de la Lengua y el Instituto Caro y Cuervo realizan una tarea constante de vigilancia, depuración y enseñanza de la lengua española. Estas entidades están en permanente comunicación con la Real Academia de la Lengua Española y con las Academias correspondientes de los países hispanohablantes.