jueves, 1 de noviembre de 2012

Entre la barbarie y la justicia: Capitulo VI "La tragedia del cuarto piso".



Capítulo VI
La tragedia del cuarto piso



El incendio frustró los planes del M-19 de establecer un pleno y total dominio del cuarto piso con los rehenes fundamentales, es decir los Magistrados, y por eso se vieron obligados al desplazamiento de uno a otro baño, llevando consigo a los civiles que ya tenían en su poder.

Iniciado el asalto a las 11:40 de la mañana del miércoles 6, los jefes subversivos situaron estratégicamente a sus combatientes en el primer piso. Una vez tomado, el siguiente propósito de los guerrilleros había sido ocupar piso por piso hasta llegar al cuarto, en donde esperaban aprehender al Presidente Alfonso Reyes Echandía y a otros Magistrados en calidad de rehenes fundamentales, con el fin de presionar a la Corte para que sometiera a juicio al Presidente de la República, Belisario Betancur, por lo que consideraban el incumplimiento a los acuerdos de paz celebrados recientemente con el M-19. 

En las escaleras al cuarto piso fueron repelidos por don Gonzalo Viracachá y varios escoltas de los Magistrados. Pero las fuerzas eran muy desiguales y los escoltas tuvieron que replegarse. Los asaltantes siguieron avanzando. 

Se ignora en qué forma irrumpieron el comandante Luis Francisco Otero Cifuentes y sus hombres a la Sala Penal, en donde se encontraba el Presidente de la Corte, y los términos en que le comunicaron su aprehensión. Siguieron recorriendo el cuarto piso, capturando a los Magistrados que encontraron y concentrándolos en el mismo lugar. 
Esto lo confirmó el mismo Presidente Alfonso Reyes Echandía en conversación telefónica con el General Víctor Delgado Mallarino, al informarle que se hallaba en compañía de ocho Magistrados, aunque sin citar sus nombres. (20) Ellos eran: Fabio Calderón Botero, Pedro Elías Serrano Abadía y Darío Velásquez Gaviria, los tres de la Sala Penal; Carlos Medellín Forero, Ricardo Medina Moyano, y Alfonso Patiño Roselli, de la Sala Constitucional; José Eduardo Gnecco Correa y Fanny González Franco, de la Sala Laboral. Los demás Magistrados que tenían sus despachos en el cuarto piso, tuvieron la suerte de encontrarse ausentes en esos momentos.

En el cuarto piso se encontraban las siguientes dependencias de la Corte Suprema de Justicia: en el ángulo de la carrera séptima y la Plaza de Bolívar estaba la Sala Plena; sobre la carrera séptima estaban los despachos de los Magistrados de las Salas Constitucional y Penal; sobre la calle 12, los despachos de los Magistrados de la Sala Laboral. Los Magistrados de la Sala Civil tenían sus oficinas en el tercer piso.
El Presidente de la Corte Alfonso Reyes Echandía trataba de comunicarse inútilmente con el Presidente de la República, Belisario Betancur. Por medio de la cadena radial Todelar, que logró contacto telefónico con él, insistía en su demanda: “Por favor, que nos ayuden, que cese el fuego. La situación es dramática. Estamos rodeados aquí de personal del M-19. Por favor, que cese el fuego inmediatamente. Divulgue esto ante la opinión pública, esto es de vida o muerte”. (21)
 
El doctor Álvaro Villegas Moreno, Presidente del Congreso, desde su oficina en el Capitolio Nacional estuvo atento al desenvolvimiento de los hechos. En varias oportunidades sostuvo conversaciones telefónicas con el Presidente de la Corte, quien le solicitó insistentemente su mediación ante el Presidente de la República, para que ordenara el alto al fuego, con el fin de dialogar. Uno de los guerrilleros pasó al teléfono y le notificó: dígale al señor Presidente que si siguen disparando vamos a volar el Palacio de Justicia, tenemos en el sótano dinamita suficiente para hacerlo y que nos morimos todos, pero dígaselo urgentemente.
El doctor Álvaro Villegas Moreno declaró al Tribunal de Instrucción: Transmití de nuevo al señor Presidente los mensajes recibidos y le dije que el doctor Reyes estaba esperando su llamada, el señor Presidente me dijo que al parecer el teléfono estaba desconectado, porque allí no contestaban. Yo le aclaré que no podía ser cierto porque yo acababa de colgar el teléfono y de hablar con el doctor Reyes; notificaba que los iban a matar a todos. El señor Presidente me dijo: “quiero contarle a usted solamente que yo no voy a negociar, que he tomado esta decisión y la he consultado con los señores expresidentes“. (22) En el momento del asalto, estaba reunida la Sala Constitucional, con sus cuatro integrantes:    los Magistrados Alfonso Patiño Roselli, Manuel Gaona Cruz, Carlos Medellín Forero y Ricardo Medina Moyano, acompañados por el secretario de la Sala, doctor Ricardo Correal Murillo. En los despachos se encontraban sus respectivas auxiliares Lyda Mondol de Palacios, Ruth Zuluaga de Correa y Rosalba Romero Díaz. En la oficina del doctor Medina Moyano, por el reciente retiro de su auxiliar, se encontraba el citador Héctor Darío Correa Tamayo, estudiante de Derecho.
En los despachos de la Sala Laboral se encontraban la Magistrada Fanny González Franco, en compañía de su auxiliar Cecilia Concha Arboleda y el Magistrado Auxiliar Jorge Alberto Echeverri Correa; el Magistrado José Eduardo Gnecco Correa con su secretario Hermógenes Cortés Omelín, y el Magistrado Nemesio Camacho Rodríguez con su auxiliar Ana Lucía Bermúdez de Sánchez. 
A esa hora laboraban en sus despachos los Magistrados de la Sala Penal Fabio Calderón Botero, Alfonso Reyes Echandía, Pedro Elías Serrano Abadía y Darío Velásquez Gaviria; los Magistrados Auxiliares Emiro Sandoval Huertas y Julio César Andrade Andrade; con las auxiliares María Janeth Rozo Rojas, Isabel Méndez de Herrera, María Teresa Muñoz de Jiménez, María Cristina Herrera Obando, Beatriz Moscoso de Cediel, Libia Rincón Mora y Nury de Soto de Piedrahita.
Durante toda la tarde, el Presidente Reyes Echandía pidió reiteradamente el alto al fuego. La última comunicación telefónica con él, la tuvo el Presidente del Senado a las 7:15 de la noche. A partir de esa hora, no hubo más diálogos telefónicos con el doctor Alfonso Reyes, pero en el interior del Palacio se escuchaban sus súplicas: por favor, no  disparen, somos rehenes, les habla el Presidente de la Corte Suprema de Justicia, tenemos heridos, necesitamos a la Cruz Roja..., hay dos señoras embarazadas que necesitan atención médica... Estas súplicas, declaró el Consejero de Estado Jorge Valencia Arango, las escuché hasta cuando abandoné el Palacio de Justicia a las 11:30 del miércoles 6 de noviembre de 1985. (23)

El Presidente repetía su clamor con breves intervalos, y cada vez le respondían con descargas de ametralladoras, rockets y toda clase de armas. El fuego se desató con mayor intensidad en el ala oriental del cuarto piso, impidiendo la salida de todas las personas que se encontraban en ese sector. Desgraciadamente, los ruegos del Presidente, como prueba de vida, no se escucharon más. Con él murieron los ocho Magistrados que lo acompañaban y los demás rehenes. La misma suerte corrieron el comandante Otero y sus hombres. El fuego borró todas las evidencias. 
Los Magistrados de Instrucción Jaime Serrano Rueda y Carlos Upegui Zapata, concluyen así este fatal desenlace: “Los autores de este informe no se aventuran a señalar las verdaderas causas de la muerte de los rehenes y guerrilleros. No se sabe quiénes alcanzaron a morir antes del fuego ni qué pudo haber originado su muerte, pues, no escapó una sola persona de ese piso que pueda ofrecer alguna versión y en el proceso tampoco aparecen referencias de testigos que hayan podido observar a distancia, el desenvolvimiento de los hechos o haber escuchado gritos de auxilio, lamentos y otras exclamaciones en algún sentido. Sobre el particular, como es de rigor, debemos atenernos al dictamen de los médicos legistas y en los correspondientes protocolos de autopsia”. (24)