martes, 19 de marzo de 2013

LA MODA EN EL ROMANTICISMO

El romanticismo fue inicialmente un movimiento literario que surgió a principios del siglo XIX y se caracterizó por el lirismo, la sensibilidad y la imaginación. Surgió en Alemania con la novela "Werther" de Goethe, cuyo protagonista sufre un amor imposible que lo conduce al suicidio. Esta novela desató una ola de suicidios entre los amantes infortunados. En Francia surgió a raíz del estreno de la ópera "Hernani" con música de Verdi y argumento basado en una obra de Víctor Hugo.

El Romanticismo se difundió rápidamente y despertó gran entusiasmo en la América española. Tanto en la música como en la poesía y las artes plásticas, aparece como la insurrección del individuo contra las normas establecidas por los clásicos.

En Colombia, la novela romántica por excelencia es "María" de Jorge Isaacs, que ha hecho llorar a varias generaciones.

La moda se exhibe sobre todo en Bogotá en donde se concentran el poder político y el económico, lo que atrae a los intelectuales y a los artistas de todo el país. Luego, es asimilada en las provincias, de acuerdo con el clima y las costumbres de cada región.

Se pone de moda la mujer delgada, pálida y frágil, que sufre desmayos cuando se encuentra cerca de cómodo diván o de los fuertes brazos de su caballero. Muchos de los desmayos se acabaron cuando Luis Vargas Tejada escribió "Las convulsiones", sainete cómico que fue representado con éxito.

A fines del siglo XIX, la moda en Bogotá seguía impregnada de romanticismo: trajes largos, escotes moderados y la clásica mantilla española de encaje negro.

El ambiente era de gran austeridad. Los bogotanos vestían por lo general trajes negros u oscuros. Todavía era frecuente ver a los jóvenes de la alta sociedad lucir amplias capas españolas con cuello de piel de lobo; abogados de monóculo y leontina; poetas melenudos con clavel en el ojal; ceremoniosos caballeros con sombrero de copa que aspiraban rapé y conspiraban contra el gobierno a la sombra de los balcones coloniales; mucho fraile pedigüeño y una multitud silenciosa compuesta por artesanos y comerciantes.

Un testimonio gráfico de este período es el que encontramos en las acuarelas de Ramón Torres Méndez. Nos muestran la moda de los señores y la moda popular, así como aspectos de la vida cotidiana: los saraos, los paseos, el mercado, los bailes, etc.







LA BELLA ÉPOCA
Finales del siglo XIX y comienzos del XX


A fines del siglo XIX surgió en Europa un nuevo estilo de vida, y de moda, que se conoce como "La Bella Época".

Los colombianos acomodados viajaban a Europa y traían al país conocimientos útiles y hábitos de cultura y buen gusto que se fueron implantando en nuestra sociedad. A este despliegue de elegancia y refinamiento, contribuyó en gran medida la selecta inmigración inglesa que se estableció en Bogotá, a mediados del siglo. 

Las jóvenes presentadas en sociedad estaban aún impregnadas de romanticismo: los trajes largos, los escotes moderados, la mantilla española de encaje negro enmarcaba los rostros y ceñía las cinturas.

En vísperas de la guerra de "los mil días", en las iglesias y parques se rompe la monotonía de las mantillas con la policromía de las capotas y las sombrillas claras de la Bella Época. Las casadas lucen boas de plumas, sombreros de flores y velillos de neblina, sobre peinados altos, edificados con profusión de rizos y postizos.

Los hombres visten lo que han traído de Europa en su viaje más reciente, especialmente de Londres, o lo que acaba de desempacar alguno de los comerciantes de la Calle Real, la Calle 12 o el Puente de San Francisco: levita de paño, chaleco, pantalón gris a rayas, que se llamó pantalón de fantasía, sombrero hongo, sobretodo negro, guantes oscuros y botas de glasé (material brillante); en la mano portan una caña de la India, que voltean con fastidio.

Los accesorios masculinos son muy variados: guantes de Suecia de piel de perro, relojes con leontina, alfileres de corbata con piedras preciosas, cigarrilleras de plata repujada, pañuelos de seda. Para asistir a bailes, matrimonios o al teatro visten frac o esmoquin, que complementan con cubiletes o "claks".


Como solo una minoría se puede dar el lujo de traer su ropa de Europa o de comprarla en los almacenes elegantes, y como muchos prefieren la ropa sobre medidas, la sastrería y la modistería cobran importancia. Los sastres desbaratan los trajes importados para estudiar la confección, y las modistas se inspiran en las revistas y figurines que traen el último grito de la moda en París.