miércoles, 21 de mayo de 2014

NACER Y MORIR


El principio y el fin de la vida, son independientes de la voluntad, excepto en el caso de los suicidas, los condenados a muerte y quienes optan por la eutanasia. 

Nuestra concepción fue ajena a nuestra voluntad. Así se inició nuestro ciclo vital: nueve meses de gestación, durante los cuales crecimos y nos fortalecimos para vivir en el mundo exterior. Toda madre sabe que el parto ocurrirá inexorablemente y que será doloroso, pero tendrá la alegría de recibir un hijo. El cual, habiendo cumplido su etapa de gestación, tiene el derecho de salir al mundo y asumir su vida espiritual y material. 

El curso de la vida, es una etapa, como la gestación: crecemos física, intelectual y espiritualmente durante un tiempo limitado que oscila entre los 70 y 80 años según las expectativas de vida reconocidas actualmente por los genetistas. Aunque en algunos casos puede sobrepasar infortunadamente los 100 años. Asumimos el deber de vivir de la mejor manera, según nuestras circunstancias familiares, sociales y religiosas.

Así nos preparamos para morir y entrar a la eternidad, que es un espacio inmaterial y espiritual que no podemos imaginar, porque nadie ha regresado para contarlo.

El espíritu libre ya de la materia, conocerá lo que en la tierra nunca pudo imaginar, por estar limitado por los cinco sentidos y un cerebro no desarrollado en su plena capacidad. 

En ese espacio inmaterial no caben conceptos físicos como las llamas del infierno o el rechinar de dientes que han utilizado algunos teóricos para amedrentar a los creyentes.

Yo creo en Dios y en la inmortalidad del alma. Dios es la inteligencia creadora y ordenadora del universo. La religión y la ciencia no son incompatibles: los filósofos, los matemáticos y los científicos investigan, descubren y aplican ya sea para bien o para mal las maravillas de la creación divina. La Biblia recurre a parábolas y metáforas para explicar al común de la gente los misterios de la creación. "Crió, pues, Dios al hombre a imagen suya: a imagen de Dios le crió; criólos varón y hembra. Y echóles Dios su bendición y dijo: Creced y multiplicaos, y henchid la tierra y enseñoreaos de ella, y dominad a los peces del mar y a las aves del cielo y a todos los animales que se mueven sobre la tierra". (Génesis, CAPITULO I, versículos 26, 27 y 28).

La teoría de la evolución de las especies de Charles Darwin (1809 - 1882), explica la paulatina transformación de las células desde la división celular hasta el Homo Sapiens. La evolución no fue producto espontaneo de la materia, sino dirigida por una inteligencia superior, que no tiene principio ni fin, que gobierna el universo con precision matemática y a los seres humanos en todo su ciclo vital: Dios.

La muerte es algo que hemos estado esperando, sin apremio, pensando que tardará mucho tiempo en llegar. y que tardará si no se interrumpe abruptamente por un accidente, el homicidio o una enfermedad catastrófica a cualquier edad. La muerte puede ser una experiencia maravillosa, irrepetible y en absoluta soledad aunque estemos rodeados por familiares y médicos. 

Tal vez, ni nos demos cuenta: podemos estar vivos y conscientes, y en el segundo siguiente estar muertos. Sera lo que se demore el cuerpo en exhalar el último aliento. 

Considero un privilegio haber llegado a los ochenta y cuatro años, con la conciencia del deber cumplido, disfrutando el amor de una bella familia que es mi orgullo por su integridad moral y su aporte a la sociedad en el ejercicio de sus respectivas profesiones. Mis nietos siguen los pasos de sus padres, consagrados al estudio, iniciando sus carreras y la formación de sus hogares, en los cuales mis bisnietos crecerán siguiendo su ejemplo. Mi primer bisnieto ya ha cumplido un año y es el encanto de toda la familia por su gracia, su viveza y la inteligencia de la que ya da muestras para nuestro regocijo. En lo personal, también dejo alguna huella, mediante mis libros y este blog.

Doy gracias a Dios por el privilegio de haber vivido plenamente y le digo: "Señor, estoy lista".