martes, 25 de junio de 2013

UNA NUEVA PERSPECTIVA

Cuando llegó el momento de ejercer la profesión, consideré varias opciones. En el primer lugar estaba el Instituto Colombiano de Cultura (COLCULTURA), creado cuatro años antes, en 1968, mediante la Reforma Administrativa de Carlos Lleras Restrepo.

El director era el poeta Jorge Rojas, del movimiento de "Piedra y Cielo". Siendo estudiante había ido a entrevistarlo, con mi compañera Yanira Olaya. El Poeta nos recibió amablemente y nos obsequió algunos de sus libros, con dedicatorias estimulantes, deseándonos éxitos profesionales.

Para presentarme en su Despacho de COLCULTURA, decidí llevar alguno de esos libros, para que me recordara. Los libros habían estado guardados muchos años, desde el trasteo de un apartamento a una casa más grande. Cuando los saqué, descubrí con gran contrariedad, que estaban rayados con crayolas de varios colores. Deduje que los autores habían sido mis dos hijos mayores, cuando eran unos inocentes párvulos. Haciendo cuentas, las niñas no habían podido ser las autoras: la más grandecita tenía un año, y las otras tres no habían nacido. Era loable que hubieran tratado de desarrollar su talento artístico. Habían preferido los libros de poesía, porque tenían mayores espacios en blanco.

Había un libro rescatable. Borré lo mejor que pude las rayas de colores, y me fui con el libro a cumplir la cita con el poeta. Llevé además, unos ejemplares de la revista "Presencia", que contenían artículos míos.

Le expresé al Poeta mi deseo de trabajar en ese Instituto, pero lamentó que por el momento no tenía nada apropiado para ofrecerme. Me pidió que le dejara las revistas.

Pocos días después, me encontraba horneando pandeyucas con las niñas, cuando me llegó una llamada de Gonzalo Canal Ramírez. Fue grande la sorpresa. ¿Para qué querría llamarme un editor conocido, escritor importante y columnista de El Tiempo? Quería hablar conmigo, pronto.

Dejé los pandeyucas a la deriva y me dirigí a la editorial ANTARES. Cuando entré al despacho de Gonzalo Canal Ramírez, vi con sorpresa que sobre su escritorio, estaban mis revistas.

Me ofreció trabajo como investigadora y redactora para la Enciclopedia del Desarrollo Colombiano. Era un ambicioso proyecto cultural, para reivindicar al trabajador colombiano, autor del desarrollo del país. La enciclopedia estaba programada en forma monográfica, es decir un tomo para cada actividad productiva: la agronomía, la industria, las ciencias, las comunicaciones, la educación y todo el conjunto de actividades que promueven el desarrollo en el país. No quería héroes militares ni santos. Así quedé incorporada a un selecto equipo de trabajadores intelectuales.

En la casa, mis hijos me esperaban ansiosos por conocer el resultado de la entrevista. Las niñas me habían guardado pandeyucas: habían quedado aplastados y pegados unos a otros, pero me supieron a gloria. 

Comencé a trabajar al día siguiente. En esa misma semana, el Poeta fue a la editorial a visitar a Gonzalo. Pasó a saludarme a la oficina que compartía con José Chalarca y se alegró de verme ya instalada, desempeñando mi trabajo.

La Providencia se encarga de encadenar los hechos de la vida cotidiana, en un hilo conductor que nos lleva a alcanzar las metas, por el mejor camino.


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FIN DE REMINISCENCIAS FAMILIARES.

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