lunes, 4 de marzo de 2013

LA MODA EN EL MUNDO OCCIDENTAL Y EN COLOMBIA

CAPITULO II

LA MODA EN LA EDAD MEDIA


La edad media es el periodo comprendido entre la caída del Imperio Romano y el Renacimiento. En este tiempo, los pueblos europeos no se preocuparon por la moda. Una sociedad entregada por completo a la lucha cotidiana por sobrevivir, no disponía del tiempo ni de los recursos necesarios para engalanarse o cambiar de atavío por capricho. La elegancia fue privilegio de pequeños grupos de poderosos y, aun en ellos, los trajes eran algo muy valioso que había que conservar por mucho tiempo y que se legaba de una generación a otra.

Por consiguiente, la moda evolucionó muy lentamente durante la Edad Media. El cambio más significativo consistió en el abandono de las prendas amplias de los romanos, en favor de una vestimenta cortada y cosida, más ajustada al cuerpo. Los trajes eran de una sencillez casi monástica, como se puede ver en las estatuas de las catedrales y en los retablos de la época. Los integrantes de las órdenes religiosas, frailes y monjas, siguieron usando esos hábitos durante varios siglos.

Los tocados de las damas, en cambio, eran bastante complicados. Algunos tenían forma de conos altísimos, con un velo que caía desde la punta, tal como los que se les dibujan a las hadas en los cuentos infantiles; el tocado más común era una especie de rodete de tela blanca y almidonada, llamado "balso". Se le podía variar el aspecto encañonandolo o poniéndole un borde rizado. Este tocado dio origen a las "cornetas" que lucieron las hermanas de la caridad hasta bien avanzado el siglo XX, cuando fueron abolidas por un Papa progresista.

Los trajes femeninos constaban de dos túnicas superpuestas llamadas la "vesta" y la "sobrevesta". El traje, de mangas largas y estrechas, se cerraba por la espalda con un sistema de nudos que hacía imposible que la dama se desvistiera por sí misma, de tal manera que debía ser ayudada por el esposo o por la dama de componía  El pudor femenino fue tan severamente protegido que se inventó el cinturón de castidad y fue impuesto a las damas cuando el marido se ausentaba por causa de la guerra.

No usaban calzones como las romanas porque se suponía que una mujer honesta no los necesitaba. El verbo "desnudar" viene precisamente de deshacer los nudos. La vesta se llamó también el "sufridor" porque estaba en contacto directo con la piel y a veces transcurría más tiempo del conveniente para mudar la prenda. Se dice de la Reina Isabel de Castilla que había hecho la promesa de no cambiarse el "sufridor" hasta cuando los moros fueran expulsados de España. 

El traje masculino se componía de una túnica larga que llegaba hasta las corvas, con mangas largas y estrechas como las del traje femenino. A menudo se adornaba con bordados en la parte delantera y alrededor del cuello. El cinturón, colocado muy bajo, quedaba cubierto con un abullonado. Los calzones eran de paño; sobre ellos se enrollaban bandas de colores. El cabello se llevaba corto, y el rostro afeitado, a lo sumo con bigotes. En la alta Edad Media ya no se rendía culto a la barba como en la época del Cid Campeador, cuando la mayor ofensa que se podía infligir a un caballero era "mesar la barba", esto es, arrancarla con las manos.

La gran empresa de las Cruzadas hizo necesaria la invención de un vestido para la guerra: las armaduras metálicas, las cotas de malla, el yelmo y la visera suplieron esa necesidad e hicieron imperativa la eliminación de la barba. Con el tiempo, las armaduras fueron perfeccionándose y se forjaron piezas para proteger todo el cuerpo, incluso los pies y los dedos de las manos. Se logró darles la movilidad conveniente mediante bisagras que se lubricaban con grasa negra.

Cuando los caballeros entraban en combate vestidos con sus armaduras, no hubieran podido ser reconocidos sin los colores distintivos adoptados por cada uno. Para identificarse en un mundo en donde casi todos eran analfabetos, pintaron o grabaron en los escudos figuras representativas de su nombre o lugar de origen. Así nació la heráldica.



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