lunes, 25 de marzo de 2013

EL SIGLO XX

Se inicia el siglo XX con la moda alegre y vistosa de la Bella Época. Las damas siguen usando el corsé porque una falda amplia exige una cintura estrecha. La sociedad se divierte desprevenida. Pero como siempre, después del apogeo de una cultura, viene el fin de la época.

Se desata la guerra europea en 1914. Los hombres val al campo de batalla y las mujeres, a las fábricas a trabajar en la industria de la guerra. Naturalmente, no pueden ir al trabajo con la impedimenta que representa la moda de la Bella Época. Desechan el corsé, las faldas largas, los peinados complicados y se cortan el cabello a "la garçon" como lo usan los muchachos en Francia.

Con este cambio tan radical en las costumbres, la mujer tomó conciencia como ciudadana, con deberes y derechos. El trabajo le abrió una nueva perspectiva. A esto contribuyó también el movimiento feminista nacido en Inglaterra en la Revolución Industrial. Este cambio de actitud influyó naturalmente en el cambio de la moda. Una mujer no volvería a usar un vestido largo, sino en los bailes.

El modisto inglés Redfern creó un traje sastre copiado del de los hombres para la princesa de Gales; se llevaba tanto por la mañana como por la tarde y se combinaba con diferentes blusas. La más novedosa era como las camisas masculinas, con cuello y puños almidonados.

Con el siglo XX se inicia la era del deporte en los Estados Unidos. Deportistas y bañistas son los innovadores de la moda, que se va haciendo más cómoda y funcional.

La primera guerra mundial terminó en 1919. Como reacción a tanto sufrimiento, los años veinte fueron de locura. Se impuso el traje corto estilo talego, adornado con largos collares. El cabello, cortado a "la garçon" se adornó con diademas brillantes y con plumas. Tanto la sociedad europea como la americana, de norte a sur, desde Canadá hasta el Cono Sur, bailaron con frenesí el tango y el charlestón.


En Colombia, el paso de la Bella Época al siglo XX fue paulatino y nunca se olvidó del todo el Romanticismo. Tenemos el retrato de dos señoritas bogotanas, de los años veinte. Los vestidos son de seda, bordados y con alforzas y lucen largas cabelleras. La menor lleva traje corto porque aún es una niña; la mayor usa traje largo porque ya está en "edad de merecer", esto es, ya puede asistir a bailes y tener novio.


No obstante las costumbres conservadoras heredadas de España, en Colombia también se impusieron los ritmos modernos, especialmente el tango. Las presentaciones de Carlos Gardel en los principales teatros causaron sensación y su trágica muerte en Medellín en 1935, produjo un duelo nacional.

En esta portada de Cromos dibujada por el maestro Coreolano Leudo en 1916 vemos a la bogotana romántica con la clásica mantilla elegante y discreta. 

Aquí tenemos a una típica familia bogotana, retratada en el estudio del famoso fotógrafo Gómez. El caballero luce pantalón de fantasía gris con rayas negras, chaqueta negra de paño y un fino alfiler de corbata. Era la indumentaria para asistir a las sesiones del Parlamento, visitar monumentos el jueves santo y para ciertos actos sociales. La señora luce el cabello corto a "la garçon" y el traje corto estilo talego. El niño lleva el clásico vestido marinero importado de Inglaterra, con un pito en el bolsillo. El corte del cabello es el usual en los niños de la época: polca y capul. En la calle usaba la boina "de plato" o marinera, diferente de la boina vasca. El ropón de la niña es primoroso y el adorno del cabello consiste en un gran lazo de cinta de muaré. Esta niña, con el tiempo, llegó a ser la autora de este blog. Tanto la madre como la hija, usaban para salir sobretodo, sombrero, guantes y cartera, y el caballero completaba su atuendo con sombrero y bastón.

Hasta ese momento se había diferenciado totalmente el atavío de los señores y el del pueblo. Los campesinos se vestían con lienzos de Ramiriquí o de San José de Suaita, usaban ruana y alpargates; sus mujeres usaban faldas de zaraza, pañolón negro de flecos, blusas de algodón bordadas, también alpargates y peinaban largas trenzas. Como se lee en las novelas costumbristas como La Manuela, El alférez Real y otras del mismo género, la sociedad se dividía en "los calzados" o "los de botas" y los descalzos. En las acuarelas de la comisión Corográfica encontramos las imágenes de la moda en los pueblos. La discriminación entre "calzados" y "descalzos" vino a terminar en los años 30, por causa de dos hechos históricos que transformaron el mundo: la crisis económica de 1930 y la segunda guerra mundial que se desarrolló entre 1939 y 1945. Con el surgimiento del nazismo y su política racista y dictatorial, muchos judíos emigraron de Europa y vinieron a buscar fortuna en América.

Así fue como llegaron a Colombia muchos extranjeros  incluyendo israelitas, sirio-libaneses, dispuestos a trabajar y crear industrias.

Entre los inmigrantes hebreos se distinguió Simón Guberek. En su libro "Yo vi crecer un país" cuenta que casi todos tuvieron que comenzar a ganarse la vida vendiendo de puerta en puerta mercancías baratas, a plazos. El surtido que podían ofrecer era muy limitado, porque en ese tiempo no había industrias en Colombia.

Este contacto con el pueblo fue rico en experiencias humanas porque les permitió a los inmigrantes realizar un cambio social, que determinó una mentalidad más justa y progresista: se acabó con la diferenciación entre "los calzados" y "descalzos", se operó el cambio del pañolón al sobretodo o al vestido sastre; la moda se unificó sin más diferencias que las determinadas por el gusto y el poder adquisitivo de las personas. Las campesinas que trabajaban en Bogotá en los oficios domésticos y otros menesteres se vistieron como citadinas y hasta cortaron sus tradicionales trenzas para hacerse el "rizado permanente".

La colonia hebrea en Barranquilla comenzó la producción de seda sintética (rayón) en tres grandes plantas: FILTA S.A, CELTA S.A, Y ALFA S.A, las cuales atendieron la demanda doméstica.

A la industria textil siguieron la confección de carteras, zapatos, trajes para hombre y mujer y tejidos de punto.

Hasta entonces, el comercio en Bogotá se había circunscrito a la Calle Real, la Calle 12 y la Plaza de Bolívar. Tres hebreos abrieron el primer almacén en la Avenida de la República (Cra. 7a). Otros siguieron su ejemplo y la Avenida de la República se llenó de almacenes desde la calle 16 hasta la 24. Se llamó "el corredor polaco", porque ya se denominaba así, genéricamente, a los inmigrantes de distinta procedencia. 

Este corredor fue famoso por los almacenes de ropa y las peleterías. El 9 de abril de 1948 todo se quemó.

La inmigración judía trajo progreso porque creó industrias, dio trabajo a los operarios colombianos y motivó a los sastres criollos a producir en serie y a abrir créditos para poder competir.


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