lunes, 28 de enero de 2013

LAS VIUDAS DE LOS PRIMOS: Entrega Doce

Tan pronto como envié el correo, me arrepentí de haberlo escrito. ¿Con qué autoridad me permitía yo juzgar a Bill e interpretar sus sentimientos y sus intensiones? Pero ya no había nada qué hacer, salvo una llamada de emergencia. Levanté el teléfono y pedí comunicación con el hotel Hilton en New Jersey. Pero Berta ya no estaba alojada allí. Tuve que lamentar una vez más mi temperamento impulsivo que me lleva  a hablar antes de pensar y que me ha causado no pocos sinsabores en la vida.

Conocí a Bill O'Leary cuando vino por primera vez a Bogotá con otros dos ingenieros para prestar una asesoría a Ecopetrol, con el fin de explorar nuevos pozos. Bill es un hombre alto, flaco y desgarbado al estilo de Clint Eastwood y, así como él, tremendamente atractivo.

Los compañeros de Bill vinieron con sus esposas. Para atenderlos, Berta ofreció una cena en su apartamento. Asistimos también Lilia y Jorge, Clarisa y Humerto, Mariana y yo; como las dos ya estábamos separadas, Berta invitó también a Gabriel y a Vicente porque la idea era terminar la velada bailando en el Salón Monserrate del Hotel Tequendama.

Fue una noche inolvidable. La orquesta de jazz contaba con un saxofonista maravilloso, que transmitía a los "blues" un sentimiento profundamente romántico  El repertorio incluía melodías de Cole Porter como "Begin the Beguine" y "Nighty and Day" que se hicieron tan populares en las voces de Frank Sinatra y de Bessie Smith. Esa música nostálgica y sentimental que tuvo su origen en la comunidad negra de Nueva Orleans y que marcó una época en la cultura musical norteamericana, siempre se seguirá escuchando aunque en nuestros días hayan cobrado popularidad entre los jóvenes el rock pesado y la música pop. Aun ahora, cuando han pasado tantos años y escucho esas melodías, recuerdo aquella noche.


Julio 26

Hoy me correspondió la tarde de juego. Como habíamos hecho el pacto de guardar dieta, encargué una tabla de quesos. Nos reunimos las cinco "viudas de los primos", pero esta vez contamos con la presencia de José Joaquin Diazgranados. Hoy sí pudo dedicarnos tiempo, sin los afanes notariales que otras veces le impedian jugar todas las partidas. Como ya cumplió los sesenta y cinco, por ley tuvo que renunciar a su cargo. Pero sigue dictando cátedra en El Rosario y la Javeriana.

Acostumbramos jugar "continental" porque es entretenido y no tan complicado como el "bridge". Berta acaba de regresar de Nueva York. Parecería que la está afectando el soroche, pero yo sé que no es eso. Durante el juego no se concentró. Por ejemplo, cuando hicimos las tres escaleras, no se bajó a tiempo a pesar de tener tres comodines, por lo cual quedó encartadísima cuando José Joaquín nos dio el golpe chino. No he tenido la oportunidad de hablar a solas con ella, desde su regreso. La familia la ha estado visitando asiduamente, en especial los nietos para recibir los regalos.

Pasamos a la mesa para degustar la tabla de quesos, con vino blanco o rojo, según el gusto, porque no teníamos que llegar hasta el extremo de acompañarla con bretaña.

José Joaquín le pidió a Berta que nos contara sobre su viaje y cómo le había ido en sus negocios. Ella aprovechó para decirnos que está cansada y que quiere delegar funciones en sus hijos, para que vayan tomando las riendas de "Ladies Fashion". Pero lo difícil es que alguno quiera hacerse cargo de la empresa. Fernando, por ser medico, no tiene interés en la moda ni tiempo para lo que no sea el consultorio, la clínica y la Escuela de Medicina. José Roberto es filósofo y su mente vive ocupada en las teorías metafísicas que enseña en varias Facultades de Filosofía; por otra parte, la redacción de su próximo libro lo absorbe por completo.

Queda Juanita. Ella, por ser mujer, debería interesarse por la moda. Pero, no. Ella es descomplicada en el vestir. Berta sostuvo con ella una verdadera batalla campal para que se presentara debidamente en el matrimonio de Carolina. A Juanita le gusta andar de Bluyines, camiseta, suéter y mochila al hombro. Se contagió del "hippismo" cuando estudió Arquitectura en Los Andes y, más aún, cuando hizo el posgrado en urbanismo y paisajística en Universidad de Stanford en Palo Alto, California.

-  Juanita tiene tiempo, - continuó Berta - pero es muy fresca, Como no tiene marido ni hijos ni perrito que le ladre, no se preocupa por nada. Creo que hasta le han caído bien la crisis económica y la recesión de la construcción  porque encuentra pretexto para no trabajar y seguir dependiendo de mí. Pero no le voy a durar toda la vida y tendrá que responsabilizarse por sí misma.

- No pienses en eso, Berta - la tranquilizó José Joaquín - tú tienes cuerda para rato. Pero si realmente necesitas que alguien te colabore, yo puedo recomendarte a algunos de mis alumnos de posgrado en Ingeniería Industrial o en Administración de Empresas.

- Eso me suena bien. ¿Y a quién tienes en mente?

- La primera opción sería para María Luisa Dávila, una joven samaria que está emparentada con nosotros, aunque lejanamente. Es nieta de Rodrigo Dávila Diazgranados.

- Ya sé de quien se trata: Francina, la esposa de Rodrigo, es prima segunda de Roberto. Lástima que por nuestro vieja a Estados Unidos, nos desvinculamos.

- Piénsalo, Berta, y me comunicas cualquier decisión que tomes.

Regresamos a la sala, pero ya no seguimos jugando. Sacamos el puntaje porque el perdedor será el próximo anfitrión de la tarde de juego. Para mi sorpresa, no fue Berta la perdedora: Lilia tuvo un puntaje aun mayor. ¿En qué o en quién estaría pensando? ¿Acaso en el coronel?

Cuando se fueron los demás, Lilia me dijo que estaba sin carro y que Jorge Luis vendría por ella. Le pregunté por qué había estado tan distraída en el juego, si ella es la que casi siempre gana.

- ¿No será por causa del coronel?

- ¿Como lo adivinaste?

- Era fácil. 

- Pues sí. Yo estaba furiosa porque después de aquella noche se desapareció sin ninguna explicación  Pero estaba más furiosa conmigo misma que con él, Al fin y al cabo, él es un extraño. Pero yo, que me conozco, ¿cómo pude perder la sensatez y dejarme llevar por sensaciones que ya creía extinguidas desde la muerte de Jorge?

- Porque eres humana, sencillamente. Y aunque seas madre y abuela, no has dejado de ser mujer.

- ¿Te conté que lo vi una mañana en el parqueadero y que arranqué sin determinarlo?

- Sí, me lo contaste.

- Me telefoneó por la noche. Me dijo que había estado llamándome pero que no había querido dejar mensajes en el contestador. Que había tenido que viajar a Medellín intempestivamente por razones de trabajo. Hoy volvió a llamarme. Quiere que nos veamos esta noche y salgamos a cenar. Acepté para dejar las cosas en claro, porque no quiero seguir con este juego.

- ¿Por qué?

- Porque él me atrae mucho. Es un hombre interesante y no acabará su vida solo sino con una mujer joven, libre de compromisos familiares.

El portero avisó por el citófono que don Jorge Luis Palacio había llegado. Lilia no quiso hacerlo esperar y bajó al momento.

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