miércoles, 9 de enero de 2013

LAS VIUDAS DE LOS PRIMOS: Cuarta entrega

Abril 12

Llegué a la casa de Clarisa en medio de un aguacero terrible, con rayos y truenos. Uno de esos aguaceros que en época de Semana Santa inundan la ciudad, interrumpen el tránsito y cubren de granizo las zonas verdes, creando paisajes como de tarjeta de navidad. Llegué temprano, porque Clarisa me había pedido que le ayudara a organizar la lluvia de regalos para Carolina. No me gusta decir el "shower party". Claro que ya tenia contratado el menú y el servicio con el personal del club, pero quería que aprobara el atuendo y la decoración de la casa.

Clarisa conserva su vieja casa del Chicó, apesar de que le cuestan mucho los servicios y el impuesto predial. No ha querido cambiarla por un apartamento, aunque Lilia se lo ha aconsejado muchas veces, ya que ella está feliz en el suyo del humedal. Hasta le habló de uno en la mima torre, que están vendiendo a muy buen precio.

Clarisa ama la casa porque fue su refugio de amor con Humberto; porque la construyeron a su gusto y a costa de grandes sacrificios  porque en ella nacieron Mauricio, Camilo y Patricia; porque en ella celebraron sus bodas de plata y porque, finalmente, fue en ella donde Humberto padeció su larga enfermedad y murió tranquilamente.

Clarisa ama su jardín  la amplia zona social donde puede reunir a toda la familia porque hay suficiente espacio para los niños y para los grandes; ama las habitaciones soleadas y su estudio, en donde pasa muchas horas pintando. Es una artista talentosa, pero sus obras nunca han sido expuestas porque no ha querido comercializarlas y prefiere obsequiarlas a las personas de sus afectos. Me encargó de buscarle un sitio apropiado al cuadro que pintó expresamente para Carolina. Se inspiró en una de las fotografías que tomé en La Vega, en la cual se ve el río Tabacal con fondo de guaduales . Le quedó precioso.

Lo único que la tiene triste con respecto a su casa, es que el vecindario se está deteriorando porque se ha comercializado, con el consiguiente aumento del ruido, la inseguridad y el tráfico. Han llegado gentes extrañas que acostumbran lavar en los antejardines y andenes sus camionetas "burbuja" y sus camperos "todoterreno", mientras los equipos de sonido a alto volumen acaban con la tranquilidad de los vecinos.

Carolina es la primera nieta que se casa. Es hija de Mauricio. Como el acontecimiento es tan importante, decidieron que la lluvia de regalos se llevara a cabo en la casa paterna. El matrimonio se celebrará en Los Lagartos, ante nuestro amigo el Notario José Joaquín Diazgranados, y a continuación se llevará a cabo la recepción  con la asistencia de muchos invitados porque la familia del novio tiene importantes relaciones en la política y la magistratura.

Este evento resultaría demasiado oneroso para Mauricio, aun con el aporte de Clarisa, pero, afortunadamente, ahora se acostumbra repartir los gastos entre las dos familias. A lo que Clarisa sí se opuso decididamente fue a la tal "lluvia de sobres dorados", porque le parece indigna y de mal gusto, aunque esté de moda. Yo le hallo razón.

El aguacero pasó pronto. Monserrate se despejó y apareció el arcoirirs. Comenzaron a llegar las invitadas. Todas muy elegantes y recién salidas del salón de belleza. No tardó en ser invadida la zona social por una resonante algarabía, aun antes de que se sirvieran los cocteles. Mauricio fue el anfitrión.

Es un hombre muy bien parecido y derrocha simpatía  Para nosotras, "las viudas de los primos" es como un hijo mas y para nuestras hijas, como un hermano. Causó gran sensación entre las familiares del novio y sus amigas.

El encanto de Mauricio es algo  innato en él, inconsciente y espontaneo, pero le ha traído mas problemas que gratificaciones porque tiene su matrimonio al borde del abismo. Está viviendo provisionalmente aquí con Clarisa. Ella, como toda madre, ve por sus ojos y piensa que Yolanda sufre de celos injustificados y que debería ver un sicólogo- Pero vaya uno a saber hasta que punto es inocente Mauricio y hasta que punto es obsesiva Yolanda.

Mauricio va tomando los regalos y leyendo las tarjetas, mientras Carolina los va desempacando. Se escuchan exclamaciones de admiración ante cada objeto exhibido: un abrelatas eléctrico  un extractor de jugo, un sacacorchos, un juego de limpiones, una refractaria, una sanduchera o cualquier otro elemento de cocina.

Todo está bien programado. Cuando ya se han abierto todos los regalos, irrumpe el trió "Los Juanes", el que está de moda en bares y restaurantes, y ameniza la reunión mientras los meseros sirven té en mesitas auxiliares, sabiamente dispuestas.

La lluvia de regalos ha sido un éxito  Las invitadas del novio se retiran, agradeciendo las atenciones y la tarde tan agradable que han pasado. Las más atrevidas se despiden de Mauricio con un beso en la mejilla. Yolanda no asistió, pretextando a ultima hora una fuerte jaqueca.

Cuando quedamos solas Clarisa, Lilia, Berta, Mariana y yo, comentamos el evento a nuestras anchas, mientras damos buena cuanta de los pasabocas que han quedado en las bandejas y hacemos los ultimos brindis por la felicidad de los novios.

La futura suegra de Carolina es María Eugenia Holguín de Casabianca. Es una mujer encantadora y relativamente joven: debe estar entre los cincuenta y cinco y los sesenta. Es muy sencilla, aunque ha vivido en el alto mundo social por ser hija de diplomático y esposa de un hombre que ha ocupado altas posiciones en el Gobierno y la magistratura. Se ha dedicado discretamente a las obras sociales. especialmente a las que favorecen a las mujeres jefes de familia, porque capacitándolas y dándoles trabajo, se ayuda también a los niños y a los ancianos que dependen de ellas.

Los temas de conversación son inagotables, pero finalmente regresamos a nuestros hogares como Cenicientas, es decir, a la media noche.

A pesar de haber llegado tan tarde y haber bebido tantos cocteles, no pude conciliar el sueño hasta la madrugada. Con frecuencia, los recuerdos me asaltan inmisericordemente. Tal vez son cosas de la edad.

Volví a la época en que llegaron de Santa Marta los primos de Jorge. Clarisa era la más linda del grupo. Estaba estudiando en la Escuela de Bellas Artes y se destacaba en el dibujo al carboncillo y en la pintura al óleo. El encanto de su figura y su personalidad, le conquistaron muchos admiradores. Entre ellos, Humberto y José Joaquín, quienes protagonizaron una caballerosa competencia por lograr su amor.

Clarisa me confesó que había estado indecisa entre los dos. Por ese tiempo estaba de moda un bolero cuya letra decía "Y así pasan los días.../y yo desesperando.../ y tu, tu contestando: quizás  quizás  quizás . Humberto la incluyó en una de las serenatas de le llevó. Tal vez ese detalle inclinó la balanza a su favor. No lo sé. Pero el hecho es que se casó con Humberto y que José Joaquín permanece soltero,  a pesar de las muchas novias que le hemos conocido.



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